sábado, 26 de mayo de 2012

¿Qué fue de los zapatistas?



Muchas personas en Europa se han preguntado sobre los zapatistas. ¿Qué ha pasado con ellos? ¿Acaso siguen luchando contra el sistema? Ante esto, la respuesta es clara: los zapatistas siguen luchando. Sin embargo es muy importante reconocer el hecho de que su presencia mediática se ha visto disminuída. ¿Por qué razón? Tres aspectos parecen explicar esta situación:

a) Los zapastistas, después de haber sufrido la traición de toda la clase política mexicana en 2001 que votó en el congreso de la unión en contra de los acuerdos de San Andrés de 1997, decidieron entrar en un proceso de “silencio”, rompiendo todo diálogo con el gobierno de México y con todos los partidos políticos electorales. Desde entonces se han negado a responder a las demagogias y provocaciones del gobierno. Decidieron llevar a cabo los acuerdos de San Andres por la vía de los hechos (donde el punto central era la autonomía de los pueblos indios). Para ello levantaron desde 2003 los “caracoles” y las “juntas del buen gobierno” que hoy día se mantienen. Desde entonces estas acciones han sido poco cubiertas por los medios masívos de comunicación.

                                                  

             
  b) Después de los resultados de las elecciones presidenciales del 2006, donde los zapatistas levantaron la otra campaña que buscó unir las luchas anticapitalistas de todo México, La Jornada, principal medio de información de la izquierda mexicana (cuya editorial está ligada al PRD, el equivalente mexicano de lo que en España es “Izquierda Unida”), decidió no publicar durante un tiempo comunicados y cartas del Subcomandante Marcos, pues en ellos se atacaba duramente a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), candidato de la izquierda electoral de México. Los zapatistas sostenían que AMLO en el fondo, no es de izquierda porque no es anticapitalista, y que el PRD es, en el fondo, lo mismo que el PRI y el PAN. Esto ha traído como consecuencia la formación de un cierto tipo de cerco mediático contra los zapatistas, a quienes se les acusa de sectarios y puritanos.

c) Lo anterior tuvo como consecuencia que disminuyera el apoyo popular que había hacia el zapatismo en las ciudades de México, porque mucha gente que era simpatizante de AMLO, y que también simpatizaba con los zapatistas, vio en el discurso de la otra campaña un sectarismo que además de dividir a la izquierda beneficiaba a la derecha más reaccionaria del país, que incluso está ligada a las cúpulas de la Iglesia Católica. Mucha gente partidaria de AMLO culpó a los zapatistas de la derrota electoral de 2006 porque, según ellos, los zapatistas fomentaron el abstencionismo y el voto nulo. Esto es más delicado aún si consideramos que la diferencia entre Felipe Calderón (actual presidente de México) y AMLO fue de apenas 0.56%. Apesar de que se presume de fraude electoral, se cree que el discurso antielectoral de los zapatistas también influyó en esta diferencia de votos entre la derecha y la izquierda electoral.


  No obstante el menor apoyo urbano hacia los zapatistas (por su actitud anti-electoral y su menor presencia mediática), estos siguen trabajando en sus municipios autónomos. Los defienden de los ataques de las organizaciones paramilitares, financiados ahora por el gobernador de Chiapas, Juan Sabines (miembro del PRD). Estos queman casas, destruyen cosechas, incluso secuestran y asesinan a militantes zapatistas y simpatizantes. Se trata de una “guerra de baja intensidad” que cada vez sube su intensidad. Incluso estas organizaciones llevan nombres como “Paz y Justicia” para generar confusión entre el pueblo. Esta estrategia antizapatista del gobierno se articula con “políticas de ataque a la pobreza”, donde el gobierno de Chiapas da dinero a los indígenas en situación de extrema pobreza para que estos ya no apoyen a los zapatistas.

No obstante esto, los municipios autónomos zapatistas siguen resistiendo y su experiencia ha servido de inspiración a otras luchas autonomistas de otros indígenas, como los purepechas del pueblo de Chéran, situado en el Estado de Michoacán. Desde abril de 2011, los habitantes de este pueblo (son cerca de 15 mil en total) han levantado una policía comunitaria para defenderse de las agresiones del narcotráfico y de los talabosques que devastaron la sierra purepecha. Ahora los habitantes de Chéran están formando estructuras de autogobierno, siguiendo el ejemplo de los zapatistas.



Puedes consultar la versión impresa de este artículo (publicado en "La zocatana", revista de Izquierda Unida de Yecla) aquí: http://iuverdesyecla.blogspot.com.es/2012/05/la-zocata-sale-de-nuevo-la-calle.html 

martes, 22 de mayo de 2012

Las elecciones presidenciales en México del 2012. Una visión desde un indignado mexicano del 15-M


Pronto serán las elecciones presidenciales en México. Así que desde Madrid me gustaría compartirles algunas reflexiones sobre esto:


a) Soy parte del 15-M desde que en México levantamos junto con muchos otros compañeros la asamblea ciudadana, independiente de partidos políticos, llamada “México toma la calle - Democracia real Ya”, inpirados por toda la oleada de movilizaciones mundiales que se iniciaron en la llamada “primavera árabe”, las enormes acampadas del 15-M, occupy wall street, las movilizaciones multitudinarias de Grecia y las protestas de los estudiantes chilenos por una educación pública. Actualmente sigo de cerca los acontecimientos del 15-M en Madrid a un año de su inesperado inicio. En particular, estoy cerca de compañeros que son parte de la asamblea popular de Carabanchel y del espacio sociocultural libre y autogestionado “el EKO”. Así que de entrada mis formas de ver las actuales condiciones concretas que hay en México y en el mundo tienden a estar impregnadas de un aire profundamente post-soviético (es decir, rompo con toda forma de marxismo ortodoxo que tuvo su auge y decandencia en el pasado siglo). Asumo que las viejas ideologías vanguardistas se derrumbaron junto con la caída estrepitosa y dramática del muro de Berlín y todos los socialismos de Estado que había en el este europeo (que en muchos lugares devino en cruentas y salvajes guerras civiles, como Bosnia-Herzegovina).

Considero que desde el 1 de enero de 1994 inició en el sureste mexicano un nuevo ciclo mundial de luchas emancipatorias que actualmente se mantiene, y que de manera central rompieron con una serie de prácticas que había en la vieja izquierda tradicional que estaba ya llegando al final de su historia. Desde entonces la nueva forma de impulsar una auténtica revolución anticapitalista pasa, sobre todo, por el plano cultural, es decir, cambios en las formas de vida, y para ello se requiere de los siguientes puntos: desarrollo de la economía solidaria y la autogestión, cambios en las formas de vida (que pasan por erradicar todos los elementos de consumismo, machismo y racismo que nos corroen), así como la defensa de los derechos civiles mínimos, tales como tener derecho a trabajar, derecho a una vivienda digna, derecho a la educación, derecho a la alimentación y derecho a la salud (entre otros tantos derechos). La crísis ecológica, la crísis alimentaria, la crísis económica y la crísis energética no hacen sino mostrar de manera clara y contundente que ya no habrá futuro en este sistema social sustentado en la explotación del trabajo asalariado, la propiedad privada de los medios de producción, el patriarcado y el colonialismo (con sus consecuencias racistas y xenófobas).






b) Si bien el 15-M es la expresión de esta nueva forma de hacer política post-soviética (una especie de “antipolítica” o “post-política” entendida como el desarrollo de lo que Gramsci llamó la “sociedad civil”, que está en franca oposición a la “sociedad política” -o sea, la burocracia y el Estado-, y que por medio de organizaciones no vinculadas al Estado se disputa la hegemonía por las bases sociales del sistema), también es expresión de resistencia al desmantelamiento del Estado de bienestar que el neoliberalismo con toda su barbarie ha ido imponiéndo a lo largo de décadas por todo el mundo. Por eso también se defienden derechos mínimos que el Estado debe de garantizar a todos los ciudadanos.

En este sentido, se defienden al interior del 15-M dos vías de acción que en apariencia son “antagónicas”, pero que en realidad no lo son: una “post-política”, autogestionaria y de apoyo mutuo, y otra de “defensa de derechos” que todo estado debe garantizar mientras exista. Ambas vías de acción no son excluyentes. Por el contrario, son complementarios, siempre y cuando asumamos que estamos en un momento histórico de transición epocal, que pasa por el agotamiento y decadencia ya irreversible de la modernidad capitalista. La meta debería ser el tránsito a una sociedad “de decrecimiento”, una sociedad “transmoderna” y “postcolonialista”, ya sin Estado y sin gobiernos que “representen” al pueblo, y esto requiere de asumir que esta nueva sociedad sólo podrá construirse con el trabajo diario y arduo de todas las personas en todos los momentos y en todos los rincones del planeta. Esa es la auténtica “democracia real”: una sociedad donde todos participemos, construyamos pensamiento colectivo y donde la diversidad sirva para fomentar el aprendizaje mutuo. La “sociedad del decrecimiento” requerirá de profundos cambios en las formas de vida de las personas, pues los ritmos frenéticos de las formas de vida capitalistas (como el enfermizo consumismo) tenderán cada vez más a volverse insustentables desde un punto de vista material (esencialmente debido a la devastación ambiental y del deterioro de los cuerpos humanos cada vez más contaminadas por tanta porquería que nos dan de comer los empresarios). Así que “el buen vivir” (de inspiración indígena boliviana) tenderá a ser una necesidad para sobrevivir dignamente en este mundo devastado por El capital. El “buen vivir” generalizado no se decretará ni llegará por sí misma, sino que se trata de una larga y ardua construcción que actualmente ya se está desarrollando, pero que no garantiza su plena realización. Por eso la historia no está fatalmente determinada. Esta requiere de las grandes pasiones humanas que se expresen en una cosa que tanto enfatizó el Ché Guevara en su momento: la voluntad. La volundad de decir ¡Basta! De Indignarse y de actuar en consecuencia con la ética y la justicia. De estar dispuesto a generar una revolución a nivel personal acompañando los principales procesos de transformación social.






c) En este contexto de movilización mundial, de formación de nuevas visiones sobre la totalidad social (que día a día se discuten en las centenas de asambleas del 15-M), veo que las presentes elecciones presidenciales en México tienen una importancia global muy estratégica: Si gana AMLO puede representar un avance claramente anti-neoliberal muy grande. Si bien la tibiesa de AMLO tiene severas limitaciones, en particular, la falta de crítica anticapitalista (aunque puede entenderse este vacío dadas las enormes condiciones conservadoras que se imponen en el sentido común de la mayor parte de los mexicanos por medio de los putos monopolios informativos -Tv Azteca y Televisa-, de tal forma que bien se puede justificar tal tibiesa como una estrategia de acercamiento a la mayoría de las personas de México, pues un discurso “radical” es tachado por los monopolios (des)informativos de “violento” de “terrorista”, y demás tonterías), lo que importa más no es tanto la figura caudillesca del político tabasqueño, sino todo el bloque histórico de poder popular que se puede generar a partir de él y de la pasada manifestación anti-Peña Nieto que llenó las calles de México-Tenochtitlán de indignados anti-priístas y anti-neoliberales. Las consecuencias internacionales de la victoria de AMLO serían muy grandes. Al menos en Iberoamérica esto traería como consecuencia un avance hacia el aislamiento político para el gobierno neoliberal del derechista Partido Popular de España, encabezado por Mariano Rajoy, y con ello, los últimos bationes neoliberales de Iberoamérica (España, México y Colombia) se irían desquebrajando. Así ya no tendríamos a un “representante” de los mexicanos, como es el caso de Felipe Calderón, que se somete a los intereses de la empresa transnacional española Repsol, quien secundó las campañas de protesta realizadas por Rajoy ante la estatización que de esta empresa hizo el gobierno de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Rajoy, mientras en el cono sur defiende los intereses de los acaudalados empresarios españoles, en su propia tierra permite que los banqueros (quienes realmente si vivieron por encima de sus posibilidades, y no así para el caso de las familias de los trabajadores y los pequeños empresarios) despojen de sus casas a miles y miles de familias. Y esto ocurre tanto para el caso de personas nativas como extranjeras, pero que al fin y al cabo son la misma clase obrera. Si pierde AMLO (y con ello regresa el PRI a los pinos por medio del represor y asesino Enrique Peña Nieto) el neoliberalismo más recalcitrante seguirá teniendo fuerza a nivel mundial...



Si gana el PRI las elecciones presidenciales, es probable que se desate en México una nueva oleada de cruenta y salvaje represión hacia los movimientos sociales (como los indignantes casos de Atenco y Oaxaca en 2006, y en este año, los estudiantes de Michoacán, todos y cada uno de estos actos son responsabilidad directa de gobiernos priístas), así como de reformas privatizadoras que siempre van en perjuicio de la mayor parte de la población (de ese 99% del que tanto nos hablan el 15-M y Occupy Wall Street). Si México logra por primera vez en su historia reciente (los últimos treinta años) evitar que el gobierno federal sea un presidente alineado al neoliberalismo (y al capital financiero internacional) se logrará ir debilitando el bloque histórico internacional que constituye el neoliberalismo y toda esa élite que domina y explota a las mayorías (ese 1% que, una vez más, denuncian el 15-M y Occupy wall street en clara alución a la enorme concentración y centralización del capital que tiene lugar a nivel planetario y del que ya nos ha advertido Karl Marx hace más de 150 años).

d) Votar por AMLO, que tan sólo es la punta del iceberg de todo un bloque histórico anti-neoliberal que se está formando, y que aún carece de unidad ideológica, de homogeneidad, y que en muchos sentidos mantiene profundísimas tensiones y antagonísmos que a primera vista parecen irreconciliables, significa esencialmente votar en contra del neoliberalismo, y sobre todo, en contra del regreso del PRI-gobierno, de esa “dictablanda” (o la “dictadura perfecta” -como también se le ha llamado-) que gobernó México durante 70 años. Esa lamentable proeza que casi ningún otro partido político del planeta la ha logrado realizar. ¡Pero es que la lucha contra el PRI también pasa por la lucha contra el corporativismo! ¡Ese es el secreto de tantas décadas de dominio priísta! ¡Hay que desmantelar a los sindicatos charros, tales como la CTM, la confederación nacional campesina y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación! Pero es que lo central del priísmo se ha mantenido apesar de la “alternancia” iniciada en el 2000.

Votar por AMLO no significa creer ciegamente en él. Votar por AMLO puede ser sólo una estrategia que no legitima el actual sistema político partidista mexicano que está podrido hasta la médula y que requiere de una transformación radical. Votar por AMLO es sólo una estrategia que servirá para evitar que lo más podrido de las élites mexicanas, que tanto terror y represión generaron con sus gobiernos sobre el pueblo durante siete décadas (como la masacre estudiantil de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968 y toda la guerra sucia de los años setenta que jamás olvidaremos) regresen al poder ejecutivo para seguir actuando impunemente.




e) Se puede votar por AMLO, pero al mismo tiempo desconfiar de él, y sobre todo de muchos de los dirigentes del PRD, que no son sino una pandilla de sinverguenzas oportunistas que ven en el poder político sólo un botín. Que se dicen de “izquieda” y cobran con la mano derecha millones de pesos para darse una vida de millonarios, de aristócratas, que los aleja totalmente de las formas de vida de “la gente común y corriente” (como los de arriba nos llaman) que lucha día a día por su sustento. Los que se dicen de izquierdas, y viven y actúan como gente de derecha, viviendo en la opulencia, no son más que putos farzantes, hipócritas que no deben gobernar y que no debemos apoyar. Los verdaderos gobernadores de izquierda practican la austeridad como señal de solidaridad con los oprimidos y explotados, tal y como es el caso del alcalde de Marinaleda (un pueblo andaluz del sur de España), Juan Manuel Gordillo, quien no cobra un sólo céntimo por hacer sus funciones públicas y que siempre consulta a su pueblo cada decisión que se toma. Él vive de su profesión: ser maestro de escuelas públicas. Al mismo tiempo de que día con día está presente en las luchas de su gente, hombro con hombro, codo con codo, por la construcción de un mundo más justo para todos.

Hay que desconfiar de esos perredistas que, por ejemplo, en Chiapas, por medio del gobernador Joaquín Sabines (miembro del PRD), cobija y financia organizaciones paramilitares (de orígen priístas) que atacan a las comunidades zapatistas. Estos paramilitares queman sembradíos, destruyen casas y matan gente inocente. ¡Y el gobierno de Sabines no hace algo para detenerlos! ¡Ese tipo de perredistas hipócritas hay que denunciarlos, independientemente de si votamos por AMLO o no en estas elecciones!

f) Finalmente, cualquiera que sea el desenlace de las próximas elecciones presidenciales, los de abajo, ese “99%”, esa gran multitud pisoteada por las oligarquías, votemos o no votemos, debemos seguir organizándonos de manera independiente a los partidos políticos, rompiendo con las viejas y anacrónicas prácticas de la vieja izquierda (como el profundo verticalismo y caudillismo que está detrás de organizaciones civiles como MORENA) y construir muchos contrapoderes, muchas autonomías, como ahora ocurre con los dignos campesinos purepechas de Cherán, en las comunidades zapatistas de Chiapas, o incluso como ocurre con las decenas y decenas de asambleas populares de barrios que ahora tienen lugar en Madrid, Barcelona y en gran parte de España. Gane AMLO o Peña Nieto, la lucha, la movilización tendrá que seguir, pues la lucha contra el sistema capitalista es una lucha que dura toda una vida. En esto el subcomandante Marcos tiene mucha razón cuando dijo alguna vez que “La lucha es como un círculo... puede iniciar en cualquier punto, pero nunca acaba”.



La posible victoria de AMLO sería apenas el comienzo de toda una larga lucha histórica en contra de los poderes fácticos que controlan la información (como esos putos monopólios mediáticos, Tv Azteca y Televisa), en contra de la irracional y bárbara guerra contra el Narco que se generó por la torpeza del gobierno de Felipe Calderon y su necedad por no legalizar la marihuana bajo un plan nacional integral. La construcción de represas como El zapotillo en Jalisco que generará un desástre ecológico, la destrucción de Wirikuta (el centro ceremonial milenario de los huicholes, que se entregará a empresas mineras transnacionales, de orígen canadiense), la violanción de los derechos humanos de migrantes centroamericanos que pasan por nuestro territorio para llegar a Estados Unidos, en busca de un futuro mejor, la privatización del agua, el machismo, el racismo, y muchas otras deplorables situaciones que en la actualidad existen en México y lastiman a muchas muchas personas.

Termino el presente escrito con la siguiente frase de Gramsci para motivar no sólo la reflexión, sino sobre todo la acción: “Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmúevanse, porque necesitaremos de todo vuestro entuciasmo. Organícense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza”. ¡Mucha fuerza México!





Saludos solidarios
Josafat Hernández